
Teníamos que estar en el puesto de control de Lourdes a las dos de la madrugada y a esa precisa hora entrábamos en la ciudad.
El control de voluntarios estaba situado en la capilla Notre Dame, a un costado del camino hacia el Foyer. Llegamos a las tres menos cuarto. Para esa hora la Organización francesa estaba muy preocupada. Habían cerrado el control a las dos y media y no sabían nada de nosotros/as,
Nuestra disculpa es que en el peaje de Soumoulou nos paró la policía
ya que tenían orden de llegada de 6 autobuses, nosotros éramos los primeros y no nos dejaban salir hacia Lourdes hasta que llegaran los demás, ahí perdimos unos quince minutos.
A la entrada de Lourdes, a la altura del camino que va hacia el lago, el siguiente control de policía, nos puso dos motoristas de la Gendarmería que nos escoltaron al aparcamiento de autobuses, en la pradera que hay pasando el puente que va al camping, a la derecha, allí en la maniobra uno de nuestros buses se trabó en el barro de donde salió con grúa el domingo a media mañana, junto con algún otro caso que se dio.

Cuando llegamos a la capilla de Notre Dame, nos dieron un desayuno, café o chocolate con un bizcocho, pero en el momento de entregar
los últimos desayunos un responsable avisó de no muy buenas formas, que era muy tarde y que teníamos que salir rápidamente a nuestros destinos. Más de uno se quedó sin poder tomar el desayuno con el frío que hacía. Esto de ser voluntario/a tiene su gracia...

Las diferentes zonas bajo nuestra responsabilidad estaban ocupadas por peregrinos españoles y el coordinador de todas esas zonas era el Presidente de la Nacional, Juan Carlos, lo cual nos vino muy bien y el entendimiento fue perfecto.
Los voluntarios no pudimos movernos de los puestos asignados y nuestra labor consistió durante la misa en ayudar, explicar, controlar las entradas y salidas...
Comimos en el Abrí St. Michel, con unos vales especiales que nos dieron para ese día.
En un principio estaba programado que asistiéramos a la Procesión Eucarística, pero mucha de nuestra gente que se habían desplazado desde las diferentes localidades gipuzkoanas no podría volver entonces a sus casas en los transportes públicos si llegábamos tarde. En consecuencia y previa autorización, a las cuatro de la tarde subimos a los buses y llegamos a Donostia pasadas las siete de la tarde, cansados y con mucho sueño como era de esperar.

Gracias a todos/as por vuestra colaboración y ayuda.

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